sábado, 27 de septiembre de 2014

ANDERE LÄNDER ANDERE SITTEN / Otros países otras costumbres

Hojeando álbumes de anticuario, deporte mnemotécnico recomendable cuando el futuro ya no cuenta y el presente se alimenta fundamentalmente de recuerdos, me tropecé con una amarillenta e insólita crónica de tres páginas en papel cebolla, fechada en Frankfurt el 1 de mayo de 1965. Aunque fuera de contexto y de lugar - otra vez Alemania como pretexto - y como “el vino añejo es leche para el viejo”, no puedo resistir la tentación de reproducirla, reducida y retocada, para mis fieles lectores. Quiero que disfruten, más que de las palabras, de la belleza, el encanto y la felicidad que transmiten las imágenes y palabras de quien ya por aquellos tiempos se recreaba con pasatiempos literarios.

FRANKFURT, 25 ABRIL 1965. Dominica in albis o Weisser Sonntag (Para Antje y Emma - entonces la llamábamos Puppi - en el día de su Primera Comunión)

”Alta cayó este año la Pascua. Y consiguientemente también el domingo que la sigue, conocido en la liturgia latina como “dominica in albis” y en la alemana como el “weisser Sonntag” (domingo blanco). Y a fe que lo testimoniaba la belleza de la naturaleza tocada de tulipanes, fresias, jacintos y toda clase de blancas floraciones y las túnicas o vestiditos blancos de las niñas en la fiesta de su primera comunión. La animación comenzó la víspera. Las ilusiones acompañadas de las sorpresas aumentaron con la llegada del cartero. Las primeras felicitaciones traían marca española: el cariño de los abuelitos María y Clemente desde Palacios, el recuerdo, en forma de postal de la calle Cabarrús de Salamanca - la felicitación navideña de tío Valentín ¡siempre la primera!-un gran paquete de los Gafron, vecinos de la Paul Ehrlichstrasse, tanto más agradecido por lo inesperado e inmerecido; una maceta de flores y unos libros del siempre atento y afable Herr Hoder, director de la Handelsschule de Farbwerke, felicitaciones del inolvidable Goyo Ruíz y del atento Padre del Rey; una maceta de Beate y Cornelia, vecinitas amigas de las homenajeadas; chocolates y bombones, y más flores y… hasta 5 DM.- (marcos alemanes) de la caja de ahorros.

Weisser Sonntag


Con el alborear despertó el bullicio y la animación en el 28 de la calle Ludwig Hensler de Unterliederbach. Un cielo gris del “abril vil al principio al medio o al fin” se extendía desde las lejanías del Taunus hasta las cercanas chimeneas humeantes de las Farbwerke. –“Wie schön dass ich heute kommuniezieren kann” (¡Qué bien que hoy ya puedo comulgar!). Era la vivaracha Emma haciendo gala de su alemán y de sus encantos infantiles. Los preparativos - incluso los vestidos de las tres hermanas - habían sido meticulosamente solventados por la liebe Mutti y la insuperable Cele. A las 8 en punto - según meticulosa e intempestiva programación germana - salía la familiar cabalgata hacia la casa parroquial.


La pequeñuela Blancaluz no quiso ser menos que sus hermanas y también iba elegante, de punta en blanco. Antje y la Puppi resaltaban sus encantos con sencillos vestiditos cortos y conjuntos de zapatos, calcetines, guantes, turbante y misal alemán blancos en consonancia con la ceremonia y solemnidad del weisser Sonntag. ¡Cuán diferente de la cursilería española de los vestiditos de novia o de marinero! Los niños en Alemania vestían trajecito gris y pantalón corto. Herr Tiepmar, el papá de Cornelia, la inseparable amiguita de Antje, como experto aficionado a la fotografía, esperaba ya, cámara en ristre, a la puerta del jardín inmortalizando la partida.


En nuestro Opel Rekord llegamos a la parroquia. Tráfico y ajetreo superior al de costumbre. Afluencia de coches y peatones por la Königsteinerstrasse. Encuentro con familiares y amigos de comulgantes conocidos. (Omito hoy nombres cuyos portadores se han esfumado de mi memoria. Menciono los de algunos niños/as, tal vez recordados por Antje o Emma): Regina y su hermano, Gaby y Paulo, Katja, Ingrid. De la casa parroquial desfilaba hacia la entrada principal de la iglesia la cabalgata. En primer término los niños, todos con su modesto trajecito gris. A continuación algunas parejas mixtas-hermana y hermano- y seguidamente las niñas, las dos españolitas de las primeras. La iglesia engalanada y ordenada según cánones alemanes. Cada niña/o tenía asignado su puesto. Los bancos reservados de la izquierda para las niñas, para los niños los de la derecha. Antje y Emma en primera fila. De agradecer la deferencia con las extranjeras. Las campanas de bronce alemán atronaban de solemnidad el festivo ambiente. El público agolpándose en el atrio del templo. Allí esperaba ya emocionada nuestra querida Cenzi Kässbohrer, antigua fiel viejecita y dulce vecinita de Paul Ehrlich, viniendo ex profeso desde la lejana Baviera para acompañarnos. –“Goldig!”- (preciosas!) fue la única palabra que pudo pronunciar emocionada con lágrimas en los ojos al ver a nuestras niñas. Puntual estaba también Ruth Lohse, leal compañera de la AEG, quien, aunque hija de pastor protestante no quiso perderse la ceremonia católica cantando durante toda la celebración con entusiasta atención. También habían llegado los Peris, naranjeros de Castellón. Allí esperaban también el Padre Larrauri y la hermana Soledad. Y más tarde llegarían la Tante Lola y el Onkel Pepe acompañados de la Tante Hönge con su hija Anamarie. (foto de grupo) La misa fue solemne, como todos los actos litúrgicos alemanes. Todos los fieles cantando. Todos con su misal en la mano y con las partituras y anuncio de las canciones en pantalla. Hasta los niños interpretaron en coro y magistralmente oraciones ensayadas para la ceremonia que se extendió más de lo habitual. Y también interminable fue el desfile de felicitaciones y enhorabuenas a la salida solemnizado por el volteo de campanas y el tumultuoso y festivo cortejo. Y la inevitable foto de los protagonistas. 

El tiempo, generoso arrepentido, se tornó espléndido, y hasta soleado, acompañándonos hasta el lujoso hotel restaurant de la Jahrhundert Halle de Hoechst, donde nos esperaba un frugal desayuno. Andere Länder andere Sitten. Nada de banquetes y festines desorbitados a la española. Hubo café y chocolate con pasteles y canapés variados.

Otra vez en marcha la familiar caravana dirección Ludwig Henslerstrasse.(Foto de grupo) Las nubes volvieron haciendo de las suyas y la lluvia no cesaría ya en todo el día. Pero fue en nuestro adosado donde se desató una verdadera tormenta de atenciones y amabilidades. El timbre-telegrama de los abuelitos, el teléfono-felicitaciones-locales y del exterior, desempaquetar y desenvolver regalos, exclamaciones de júbilo y admiración… nunca habíamos esperado tantas muestras de cariño y amistad. Desfile incesante de vecinos y amiguitas/os de nuestras niñas. Como muestra algunos nombres: las ya mencionadas Beate y Cornelia, Christine y Susanne, Beate y Stefan Schmidt, Heike… y de entre los mayores: Frau Buntrock, Herr Weber, Martin y Trautel Murtfeld etc. Hasta los de la florería y pastelería, católicos ambos, aportaron su granito personal de deferencia a este homenaje a la amistad y religiosidad entre los pueblos. A las 14,30 niños y niñas de la Primera Comunión se dirigieron nuevamente a la parroquia en acto de acción de gracias y ofrenda de las velitas que lucirían en el altar mayor durante las ceremonias litúrgicas del año.


Al día siguiente el cartero se encargó de prolongar la fiesta con el reparto de paquetes, felicitaciones y enhorabuenas llegadas básicamente de España: de tía Tina y tío Nacho, de tía Chon y tío Luciano, de Adelita y sus padres…


PS.: Con estos suspensivos el reportero ponía final a esta crónica, sucedáneo de la tradicional carta que oportunamente enviaría a familiares y amigos. Y este bloguero la rescata y resucita fiel a la máxima de que “la tierra donde has formado una familia hay que quererla y recordarla en aras de la lealtad”.


Majadahonda, a 25 de Septiembre 2014



domingo, 14 de septiembre de 2014

AUFWIEDERSEHEN DEUTSCHLAND!!!

Danke schööönnnn!!! 

"De caballeros es ser agradecidos", rezaba un viejo dicho castellano, cuando para demostrar agradecimiento no se precisaba ser jinete o tener caballo, ni aderezar abures o agures. El presente capítulo enzarza adioses y agradecimientos a la par. Un adiós que confirmaba que nuestra estancia en Alemania había valido la pena. Agradecimiento  por la dadivosa deferencia y afable acogida tedescas, redondeadas con la metamorfosis de Deutschland en nuestra "zweite Heimat" (segunda patria). Reconocimiento por habernos enseñado tantas cosas y transmitido tantos valiosos valores que, no es el lugar ni el momento de listarlos. Aprendimos a viajar por toda Europa y a volar como las aves de paso, salvando fronteras sin retornar nunca al mismo nido. Y "a ensanchar nuestras mentes", que diría Octavio Paz. Atesoramos reglas y normas, modos y modales desconocidos aquende los Pirineos.

Foto de despedida de la familia Dettmer
en su Jagdhaus del Taunus

Aquella familia de emigrantes españolitos en Frankfurt había logrado ganarse relaciones y amistades personales y profesionales, y conquistarse aprecio y estima en la capital del Main y en la barriada de Unterliederbach. ¡Cuán distinta la cálida despedida de la tibia y recelosa acogida inicial, al asociarnos en nuestra llegada al postergado gremio extranjero de los Gastarbeiter (¡currantes invitados!). Se sucedieron las invitaciones y celebraciones: agridulces, afables y amistosas en su mayoría, como demuestra la foto adjunta.


Escenas entrañables como la que pondrá punto final al presente capítulo. Obsequios y recuerdos de toda índole: libros y grabados en primer plano. Pañuelos blancos, mudos adioses cálidos, desde  algunas ventanas en la Ludwig-Henslerstr. y en la barriada de Unterliederbach, para hacernos más llevadera la última despedida en una gélida mañana de enero nórdico.

Y como remate de capítulo y etapa tan trascendental es la historieta prometida, resumen paradigmático de comportamiento ejemplar y simbólico  de un pueblo que, aunque catalogado de cabeza cuadrada y mente kantiana, su corazón es ejemplo de grandeza y humanitarismo. Había anochecido. La casa desnuda y vacía agrandaba el silencio y nostalgia convertida en incómoda sala de espera. El nerviosismo familiar  crecía con la llegada de la noche y la tardanza de la esperada alborada de partida. Todo ordenadamente planificado, menos la inesperada e intempestiva llamada al timbre. Un chavalote rubio, un mozalbete  compañero de juegos, fútbol y "Federball" (badminton) en la calle del barrio, aparece en la puerta con un una botellita de dulce licor en una mano y tres copichuelas en la otra. Resumo traducido el contenido de su mensaje:

"Vengo a brindar con ustedes. A desearles muy buen viaje y mucha suerte en España. Y a darles las gracias por lo bonita que ha sido su vecindad en nuestra calle. Prosit! (¡salud!)". Recíprocas fueron nuestras últimas palabras acompañadas del más cordial abrazo y del más efusivo "Danke Schön!"

Huelga todo comentario.