martes, 21 de mayo de 2013

ALEMANIA, PUERTAS ABIERTAS

Caminando hacia el futuro en Frankfurt am Main


Amanecía en el Frankfurt de segunda postguerra mundial. Alboreaba en la recién nacida RFA (República Federal Alemana). El primer y anciano canciller Conrad Adenauer asentaba la primera piedra de la democracia germana y Ludwig Erhardt, el ilustre artífice del “milagro económico alemán”, ponía en marcha el cacareado “Wohlstand” (bienestar), aspiración y promesa de los políticos mundiales.

Primera navidad en solitario
La pareja fundadora-protagonista de estas semblanzas llegaba a Frankfurt tan fresca y despacito como aparece cada día la aurora mañanera. Como la tímida y madrugadora golondrina, heraldo de primaveras, buscando cobijo donde albergarse. Llegábamos a Frankfurt, estación central del corazón de Europa donde tropeles de emigrantes del suroeste de Europa descendían de los trenes de París seducidos por el boyante mercado germano. Algunos, con permiso de trabajo, la mayoría con los papeles incompletos y desordenados. Desnortados muchos, y cerradas las puertas de salida para la inmensa mayoría.

Muy pocos, los afortunados escogidos, llegábamos a Frankfurt , con visados en regla y sus puertas abiertas, como "profesor ayudante"  de español. Y comenzamos a andar. Y a callejear. Y nos asentamos en una habitación con derecho a cocina, exceptuados fines de semana y festivos. Y sin darnos cuenta, sin planos ni proyectos, nos lanzamos a soñar. A trabajar enseñando y crecer aprendiendo. Al socaire de ilusiones y esperanzas. Abrigados siempre por nuevas amistades y numerosos conocimientos. Esforzándonos por dejar poso en cada paso.

Antes del año se nos sumó Antje, nuestra primera hija. Su nombre empieza por A porque así lo aconsejaban los cánones de uno de los primeros amigos alemanes. Rápidamente, apenas un año después, escandalizados próximos y lejanos, se nos agregó Emma, también nombre germano. Al menos según la fonética (pronúnciese con una sola consonante), y justificado porque la vocal E sigue a la A. Pero, sustituyendo el Main por el Tormes, se fue a nacer en Salamanca para que su mamá estrenase el primer vuelo en un bimotor de Lufthansa.

Felices con nuestras dos primeras
Y también sin pensarlo, y sin planificarlo, una gélida, pero hermosísima, radiante y nevada noche de enero, con la luna más bella del año como testigo en el cenit, llegó Blancaluz – su nombre no precisa comentario- haciendo bueno el dicho alemán :"Alle gute Dinge sind drei"  (todas las buenas cosas son tres).

"Insieme" con Palmira, italianismo insuperable de una de sus primeras y fieles alumnas, avanzábamos en la siembra mejorando la cosecha, enseñando español y aprendiendo alemán: en casa (academia privada) y en la universidad (cursos para extranjeros). Sustituyendo el tranvía por el popular escarabajo (VW), transcurrido un par de años, Frankfurt capital, barriadas y cercanías me eran tan familiares y conocidas como la provinciana Salamanca.

El "asistente" de español, merced a la buena hoja de servicios y a buenas relaciones en el Kultusministerium de Hessen en Wiesbaden, consiguió varias renovaciones del contrato anual ascendiendo, ¡atención al titulazo!, a "Nebenamtlichelehrkraft" (profesor adjunto o semioficial secundario), desfilando por los Institutos de Enseñanza Secundaria de Frankfurt, donde el español era lengua optativa. Gratísimo recuerdo en forma de libro, dedicado y firmado, conservo de los alumnos del Goethe y de las alumnas del Bettina, y de las alumnas/os de la Ziehen y Leibniz-Schule. En ésta última y en la Bachschule (academia de lenguas), internado de lujo para señoritas en el Taunus, me sucedió y relevó el querido e insuperable Onkel Pepe, el mejor relevo y más fiel amigo del mundo.

Mas, la docencia fue una minúscula parcela en mi historial profesional frankfurtense. Siguiendo derroteros y vericuetos impensables, este correcaminos, "muchacho para todo", acabó aterrizando cual pequeño burgués, producto del "Wohlstand" alemán, en una ajardinada urbanización de adosados de Unterliederbach, con vistas al Taunus y en las inmediaciones de la autovía de Wiesbaden.

La vecindad nos acogió con simpatía y cordialidad. Superadas la sorpresa y reticencias iniciales -  cómo un emigrante, ¡¿podía permitirse ese lujazo residencial?! - remataron nuestra estancia en Alemania en una entrañable e inolvidable demostración de tristeza, la víspera de nuestro retorno definitivo a España.

Sonrían, por favor
Prueba elocuente es la foto adjunta y la amistad que Antje mantiene con una de sus amigas de cole y juegos, Cornelia. Regresábamos considerados, liberados y entrenados. Entrenamiento marcado por una serie de actividades liberales, todas ellas emparentadas, fruto del estudio y docencia de las lenguas, historia y cultura alemana y española.

En capítulos sucesivos desvelaré, aunque desordenadas y semiperdidas en el recuerdo, vivencias y aventuras profesionales de nuestra estancia en Frankfurt. Me limitaré a relatar algunas de mis experiencias y peripecias como profesor de español de élite (banqueros, políticos y diplomáticos). Traductor e intérprete privado de empresarios e ilustres directivos de multinacionales alemanas, españolas e hispano-americanas. Amén de todo tipo de ensayos y experimentos (I&D) como escritor, editor, periodista-corresponsal, charlista-presentador, locutor de radio con Palmira y Peter Fromm, peruanos y argentinos, asistente social, voluntario con inmigrantes, cofundador y subdirector del Centro Español en Frankfurt, etc.etc. Más, en el próximo capítulo.