sábado, 27 de octubre de 2012

ESTUDIOS VI : DOCTORADO en solitario…

Veraniego y con secretaria

El Doctorado fue también auténtica epopeya. Más bien tragicomedia cómica con ribetes de odisea clásica y comienzo el capítulo con un prolegómeno informativo, obligatorio para los inexpertos en tales lides. Debo aclarar, que previo a la matriculación de la tesis, había que seguir una serie de trámites académicos y burocráticos. Primeramente se imponía un riguroso examen global de Licenciatura (ver capítulo Estudios V); a continuación, el futuro doctorando tenía que acertar con un tema sugestivo y novedoso no tratado ni registrado con anterioridad y, seguidamente encontrar y contar con la complacencia de un benévolo catedrático dispuesto a aceptar y aprobar el tema propuesto y asumir la dirección de la tesis, afectiva y eufemísticamente denominado en alemán ”Doktorsvater”. Recuerdo el termino germano porque la romántica ocurrencia, sin saber a quién debida o por qué motivada, surgió en Alemania. Explicación simple pudiera ser que, después de varios años de estancia en el extranjero, sintiendo cada vez con más intensidad el tirón del terruño y, sopesando los pros y contras lingüísticos de la educación de nuestras hijas, el doctorado allanaba el camino de retorno a la madre patria.

Nuevo doctor en picaros

Otra vez más, y va la enésima, la suerte o los hados se convirtieron en aliados. En uno de los frecuentes y largos duermevelas se me encendió una lucecita. Mis ríos, mis lugares comunes, mis lecturas favoritas, concretamente mis amigos los pícaros se encargaron del resto. Acababa de renacer en la historiografía literaria la comparatística. ¿Por qué no rastrear parentescos entre dos ilustres paisanos queridos, dos personajes literarios de ficción que, por su singular ascendencia y curriculum, gozaban de mi simpatía y predilección? Ambos, cada cual a su aire y a su estilo, vinculados a dos corrientes fluviales que marcaron hitos en mi vida : el Tormes y el Main. Las dos figuras literarias a las que me estoy refiriendo son Lázaro González Pérez (apodado “Lazarillo de Tormes”), venido al mundo en la ribereña aceña salmantina de Tejares y, Simplex o “Simplicius Simplicissimus”, emparentado, por línea paterna y correrías, con mi adoptivo Frankfurt, Hoechst y comarcas del Main. Los dos, figuras máximas de la picaresca europea, española y alemana respectivamente.

En mis primeros buceos investigatorios tropecé fortuitamente con otro curioso y sorprendente descubrimiento: GRIMMELSHAUSEN (Hans Jakob Christofer von), autor del Simplicissimus, no solamente había ido a abrevar a las fuentes del Lazarillo, sino que también conocía la obra máxima de Antonio de Guevara, concretamente su “Menosprecio de corte y alabanza de aldea ”, la obra político-moralizante más traducida y leída en la Alemania del XVII.
Con todo este bagaje en mi cartera, no me resultó difícil, en una de las vacaciones veraniegas encontrar en Salamanca director de tesis. Don César Real de la Riva, catedrático de literatura española en la universidad salmantina, profesional afable y cercano, aceptó cortesmente el reto, reconociendo humildemente desconocer el alemán, aunque dispuesto a orientarme en la vertiente española a todo lo concerniente a Guevara y la picaresca.

Dicho y hecho. Seguidamente matriculé mi tesis doctoral en la Facultad de Letras salmantina bajo el título, recomendado por mi director: ANTONIO DE GUEVARA EN ALEMANIA Y SU INFLUENCIA EN EL SIMPLICIUS SIMPLICISSIMUS. Investigación gratificante que llenó mis ratos de ocio y mis vacaciones durante varios años en Frankfurt y en Palacios. Perdura todavía viva en mi memoria la estampa del estudioso investigador, reclinado sobre la camillita atiborrada de libros y papeles, junto a la ventana de nuestro dormitorio-estudio “palaciego”, con vistas al fresco brocal del pozo del corral. Allí discurrían mis plácidas mañanas veraniegas, disfrutando de las correrías de mis picaros por el seductor universo de las letras... siempre acompañados por la sin par compañía de nuestra sufridora secretaria Palmira, encargada de descifrar mis manuscritos y de poner en negro sobre blanco mis hallazgos e investigaciones.

Al fin, después de muchas idas y venidas, de vueltas y revueltas, un día de San Mateo, colofón de ferias salmantinas, un 21 de Septiembre de 1964, recibía el premio a mi tesón y terquedad con un Sobresaliente cum Laude. Como testimonio de honestidad debo revelar que el benévolo tribunal estaba formado por cinco miembros afines a mi causa: presidente: Lázaro Carreter, vocales: Martín Ruipérez, Michelena y César Real de la Riva, y como secretario el compañero de estudios y amigo, Feliciano Pérez Varas.
La heroicidad fue celebrada a bombo y platillo, finalizando el festejo en el Casino Mercantil, sala de fiestas de la naciente burguesía salmantina, invitados por mi hermana Aurora y mi cuñado Delfín.

Como el avispado lector podrá entrever, no todo fueron penalidades y malos tragos. Al contrario: en el largo proceso de elaboración hubo también luces que iluminaron espacios habitualmente en sombra. Recordare con especial cariño a tres personajes, sin cuya ayuda no hubiera visto coronados mis esfuerzos.

En primer lugar quiero destacar a mi director de tesis: Don César, siempre afable y atento, paternal y comprensivo. Caballero castellano a la antigua usanza, me invitó varias veces a almuerzos de trabajo en su casa, una de ellas acompañado de Palmira, y siempre de la cordialidad de su joven esposa. Lección y trato que posteriormente puse en práctica en mi vida profesional en la relación con mis doctorandos. Y siguiendo el sabio refrán que reza:” haz bien y no mires a quien”, muchos años después, pude corresponder a su gentileza formando parte, del tribunal de doctorado de un hijo suyo, catedrático de Instituto. Desgraciadamente, él no pudo acompañarnos.

Tambien merece especial mención el Dr. Günther Weydt, profesor de la Universidad de Münster, reputado especialista en Grimmelshausen y en la picaresca. Al enterarse que un español de Frankfurt trabajaba en el pícaro alemán Simplizissimus me invitó a una entrevista en su casa de Münster. Fue éste uno de los premios más valorados en mi carrera. El viejo profesor, a punto ya de jubilarse, me recibió con inmensa cordialidad. Su esposa nos obsequió con una comida típica germana y él me obsequió con todas las publicaciones propias relacionadas con mi tesis.

También me es muy grato el recuerdo del viejo “Bürgermeister” (alcalde) de Gelnhausen, ciudad natal de Grimmelshausen. El burgomaestre de la histórica villa, famosa ya en la Guerra de los Treinta Años, por haber sido asentamiento de la guarnición española del capitán Espínola, me recibió con grata afabilidad y simpatía, orgulloso de poder contar entre los investigadores del hijo predilecto y más ilustre de la villa con un español de Salamanca. Me mostró el humilde museo del que fuera hijo del panadero del pueblo, y como premio y agradecimiento me regaló un ejemplar de las diversas publicaciones relacionadas con el Simplizissimus y Grimmelshausen.

Como colofón de capítulo quiero dejar constancia de que tan flamante título y esforzado trabajo tuvo como resultado y recompensa la primera edición completa y comentada del Simplicissimus en español. Edición de Cátedra subvencionada muy dignamente con 6.000 marcos, por el gobierno alemán.

Tampoco puedo pasar por alto la repercusión social que suponía tal titulación. Al regresar a Alemania con el DOKTOR en el bolsillo, nuestro status social y mi prestigio profesional crecieron como la espuma. De la noche a la mañana Herr González se transformó en DOKTOR GONZÁLEZ. E incluso la sufridora secretaria Palmira, vio recompensada tan noble colaboración con el título de FRAU Dr. GONZALEZ.

Pero lo más insolito y pintoresco de aquesta fazaña es la inmortalización de la solemne ceremonia de imposición del birrete doctoral por obra y arte, genio e ingenio, de nuestra insuperable Irene, quien no se olvidó de mostrar, muy ingeniosamente, el Victor del exultante nuevo Doctor y la foto merecidísima de la secretaria colaboradora.

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