lunes, 24 de septiembre de 2012

JARDINERO DE FAMILIA II

LOS JARDINES DE FAMILIA

Los jardines, la jardinería y la horticultura han estado siempre ligados a la rica tradición paisajística familiar. Esfuerzo y trabajo, fascinación e ilusión armonizados. La imagen del jardín es reflejo de nuestro mundo. Nuestro jardín siempre ha sido campestre. Nada de jardines urbanos, de chalets convencionales, ostentosos y sofisticados.

Pinar y zona de recreo en La Colina de Valmiguel
Nuestro jardín es una sala de estar al aire libre, al sol o al fresco. Un solarium de relajación. Placidez y paz. Sillas multiusos dispersas a discreción. Una mesa familiar y pequeñas mesas redondas metálicas supletorias. Un perrito. O varios. Libros y herramientas desordenadas. Niños y niñas jugando, predominando las últimas. Gorriones chirriando y acompañándonos a todas horas y en todo tiempo. Siempre la palomita turca arrullando. Una hamaca, varias tumbonas… Una siesta con tertulia. Una cerveza, un vinillo o un chupito. Una fiesta familiar. Un cumpleaños o varios aniversarios. Una disculpa para celebrar: una barbacoa, una parrillada o paellada. ¿Hay quién dé más? Pues… sí: la festiva, culinaria, multitudinaria, musical y entrañable “ Herrerada “, encuentro veraniego de todos los Herrero en el “parque” de la Colina o en el corral- o patio- jardín de los Regalado en la plaza de Palacios o en las tenadas de Emma-Juan en la calle la Fuente del pueblo. Ceremonias terapéuticas: ¡La terapia de las flores, del huerto, de la armonía familiar! Jardineros y hortelanos en permanente, ilusionada y aplicada formación: lecciones de poda, de abonos, de trasplantes, injertos, albañilería… (barbacoas y rocallas).

Parra en las tenadas de Emma y Juan
Comenzando la relación de plantaciones por los de más talla o altura, en nuestros jardines no podía faltar el cuarteto más representativo: el ailanto, el pruno, la higuera1 y la parra presidiendo, por este orden, la entrada principal del patio- jardín de la calle de La Fuente de Palacios; alzándose inhiestos y altivos, acá y allá, en la calle San Isidro de Cabanillas, compitiendo con los de La Colina, o el solitario, esbelto y emblemático prunus en la calle Moncayo de Las Matas. Y…prestando verdor y sombra no podían faltar, en casi todos ellos, las frondosas parras de uvas, tipismo de portadas y patios castellanos. Ni tampoco las sufridas adelfas, ni los perfumados ramilletes de los lilos - incluidos los “blancos” de Palacios- ni las hiedras y madreselvas- problemáticas ellas por su rápido y excesivo desarrollo y consiguiente poda.

Florida entrada a casa de Lucila y Joseba
En el apartado de floricultura nada de exotismos o raras y encarecidas especies. ¡Las de siempre! Las más bellas y tradicionales. Las de arraigo popular: caléndulas a discreción (de diversas tonalidades amarillas), alhelíes (sobresaliendo los amarillos, de singular fragancia y colorido) y… las rosas, como escribiera Azorín: “rosas blancas, rosas amarillas, rosas bermejas”.

El autor en Las Matas bajo el níspero
Puestos a establecer una escala de valores en este campo, la medalla de plata se la llevarían las rosas de Lucila-Joseba en el jardín de la calle Moncayo de las Matas… No faltan las plantas aromáticas y decorativas: el romero, la salvia, la hierbabuena y el perejil. Sin olvidar los productos ecológicos del huerto de Antje-Quique: las ricas lechugas, acelgas y cebollas. Entre las frutas del jardín descuellan los abundantes y tempraneros, por tanto los más preciados, nísperos de Cabanillas – sin olvidar el prometedor ejemplar de la calle Jaraiz de Blanca-Paty (foto), alternando con las cerezas y guindas, todas ellas, incluidas las de Palacios, preciado jolgorio de pajaritos. Pero, dejémoslos que disfruten y sigan siendo nuestros amigos.

“Prefiero un jardín lleno de pájaros a uno lleno de cerezas.
Gustoso les cambio las frutas por sus cantos.” ( Anónimo)

En el anterior museo de jardines figuraba, exclusiva y merecidamente, el quinteto de los jardines familiares directos. No podemos, sin embargo, marginar otros jardines históricos, en los que muy directamente intervino la mano del Opa:

Jardín de Unterliederbach, nevado
El primero en edad y dignidad sería el afectuosamente recordado por el reciente viaje de Antje y Quique a nuestro inolvidable Frankfurt, el jardín de Unterliederbach. Bien merece una remembranza nostálgica y cálida. Precisamente una de las imágenes más dulces y gratas que de él conservo es la del jardín nevado. A primeros de marzo, después de varios meses ocultos y sepultados bajo la nieve, empezaban a desperezarse lentamente en la terracita los heraldos de la primavera, los amarillos y morados crocus. Hay que destacar que fue el primer jardín totalmente “nuestro”. Estrenamos el adosado – cuando alboreaba este sistema urbanístico- y planificamos y realizamos nuestro propio jardín. Siempre con la máxima ilusión y el mínimo dispendio.

El jardín de Cabanillas
El exagerado espacio dedicado a nuestro primer “jardín de flores”, no supone minusvaloración de otros jardines familiares a los que he aportado mis granitos de arena. Dignos de elogio y recuerdo, y por orden cronológico el de Antje-Quique en Cabanillas del Campo y el de la Comunidad de la Rioja de las Rozas, de Blanca-Jorge y Paty. Sin mis manos, mi dirección de obra, mi azada y mi pala, floraciones y frutos actuales serían diferentes. A ambos podría aplicarles los bellisímos versos populares frayluisianos:

“Del monte en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto.”

El jardin de mi hermana Aurora en Aldeatejada - jardín y huerta a la par - destaca con luz propia. No solo por sus gigantescos chopos, piñoneros, cedros y acacias. Sobresalientes eran sus ajos-de los que surtía orgullosa a la familia- sus pimientos y tomates. Pero ante todo y sobre todo, la exposición de sus geranios- por su colorido y exuberancia- en el porche, escalinata y aledaños. Tradición continuada por Adela, Lucy y Conchita. Precisamente en el jardín de ésta última, la Cabaña de Pozuelo, su “descansada vida”, mi aportación se ha reducido a la de asesor de poda. De destacar en este pequeñito cuidadísimo retiro es la esbeltez de su pino “romano”, la exquisitez de sus albaricoques e higos y los cosechones de membrillos.

Un lugar especial ocupa en este recordatorio familiar. la inmensa mimosa de los abuelitos de Palacios, la ya mencionada higuera de exquisitas brevas, la umbría y fresca noria- compartida “por gracia en dos” con la huerta del cura- ambas desaparecidas, y el hermoso trepador arqueando la ventana del dormitorio, junto al pozo. …( foto del Jardín de la abuelita María). La abuelita María fue modélica figura matriarcal del corral-huerto familiar, celosa y entusiastamente ajardinado y convertido en “estar” y merendero de la familia Regalado. Y por último, una larga serie de jardines de amigos y compañeros que acudían a la consulta del “ sabelotodo” jardinero de familia.

El del compañero de facultad Jaime Cerrolaza en el Pinar del Plantío, plantado y estructurado en su totalidad por el maestro jardinero MJG.

Terraza de Ana y Rober (Algorta)
El de Entrencinas de Tina- Mª José, el de Luisa-Juan en Carbajosa de la Sagrada y el de Consuelo-Benjamín en Santiz son jardines a los que me siento de alguna forma vinculado. Aspirante a medalla de oro según recientes noticias, merece mención especial la terraza-jardín de Ana-Rober (Algorta). Inmortalizada queda en el Archivo de Jardines familiares.

Muchísimas han sido las floridas primaveras disfrutadas en el museo familiar de terrazas, huertos, patios y jardines. Me enorgullece y sosiega a la par la promesa del proverbio hindú:

“!El que antes de su muerte ha plantado un árbol, no ha vivido inútilmente!”

Y sosiega mi ánimo y premia cum laude el resultado de mi labor jardineril, el saber que todos mis alumnos profesan la sabia filosofía china:

“Quien sabe apreciar la belleza del jardín tiene más mérito que el propio jardinero.”

1 Higueras 5 estrellas la de Cabanillas, la de los abuelitos Clemente y María en la Repatilla y la de la calle La Fuente de Palacios: ésta última por sus gigantescas y frondosas hojas, y todas ellas como desayuno preferido de estorninos y gorriones. La primera de la clase la de Quique, “ o terror dos mirlos”, abastecedora de higos morados para toda la familia.